“La obra es una alabanza pero tiene episodios. Primero, comienza todo tranquilo; la parte central es dramática, sonora, intensa, describiendo el momento del huracán en sí y después termina con mucha calma y con una sencillez: el silencio después del huracán. Eran más de 100 voces cantándola y a los coralistas les encantó porque sintieron y cantaron solamente con la palabra Aleluya. Fue muy dramática”